“Jesús le dijo: Has respondido bien. Has esto y vivirás” (Lucas 10:28)
A muchos nos suele gustar hacer esos test que aparecen en las revistas de psicología o de divulgación popular. Hoy les propongo hacer un test. El test que nos proponemos completar tiene que ver con la verdadera religión y responde a la pregunta: La religión que practico ¿Es acaso la verdadera?
Este no es un test que tenga que ver con la iglesia en la que hemos sido bautizados, la que frecuentamos o un debate para saber cuál es la iglesia verdadera. Lo que proponemos sigue otro camino.
Hace casi 2000 años Jesús ideó este test en base a una pregunta que le hiciera un gran conocedor de la religión en su tiempo. Se le preguntó a Cristo “¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?”. Como la pregunta venía de un profesor universitario de teología, estudioso de la Biblia y gran conocedor de la religión, Jesús le repreguntó que decía la Biblia (o Toráh) a lo que éste respondió resumiendo “Ama a Dios y a tu prójimo”, y Jesús dio por correcta la respuesta, no sin agregar “Has esto y vivirás” (Luc. 10:25). El Doctor en religión “queriendo justificarse a sí mismo” (Luc. 10:29) por la pregunta obvia que había realizado, vuelve a preguntar “¿Y quién es mi prójimo?” Esta pregunta no parece tener mayor dificultad, pero eso es si ignoramos que en aquel tiempo las mujeres no eran consideradas prójimo, por lo tanto no tenía mayor responsabilidad ante la religión y Dios quien las maltrataba. Los niños no eran considerados prójimos tampoco. Los extranjeros y los enemigos caían en categorías inferiores a prójimo. Para muchos solo eran considerados prójimos los hombres de la misma religión y raza.
Jesús, comienza a narrar la historia que se convertirá en nuestro test de la verdadera religión. Nos cuenta que en el camino de Jerusalén a Jericó un hombre fue asaltado y dejado medio muerto. Junto a él pasaron un Sacerdote y un Levita sin mostrar compasión alguna (ambos profundamente religiosos y cumplidores diarios de ritos de rigurosa piedad). Estos serían los que hoy son llamados pastores, padres, sacerdotes, rabinos, etc. Sin embargo no lo ayudaron. Iban a la Iglesia, oraban y practicaban “fielmente” las enseñanzas formales de su religión. Y no entendamos mal, Jesús no está criticando o condenando a estos líderes religiosos por los cargos que ocupaban, sino por saber y no hacer. Por eso es que Cristo recomienda al doctor de la ley, “Has esto y vivirás”, pues le faltaba conectar lo sabido con la acción transformadora de un acto de amor. Y vale ahora notar que los Samaritanos eran enemigos y paganos por lo tanto se trataba mejor a los animales que a ellos. Luego de pronunciar la palabra Samaritano el Judío solía escupir en tierra para no guardar la saliva con la que había tenido que articular semejante “obscenidad”. Si había alguien que no era prójimo para el judío, ese era el samaritano.
Finalmente llegó el Samaritano (disculpen, voy a lavarme las manos luego de haber tipeado su nombre y regreso en un minuto…).
Ya volví… El Samaritano (debería lavarme las manos otra vez?) lo rescató, lo limpió, lo llevo en su cabalgadura, pagó por su atención y dejó dinero de más.
Jesús le pregunta al religioso: “¿Cuál de éstos consideró que el herido era su prójimo?” (Luc. 10:36) y la respuesta fue “El que tuvo misericordia de él”. El doctor en teología no quiso, inclusive luego de la historia, llamar al Samaritano como tal. Se refirió a el como “el que tuvo misericordia”. Jesús le dijo “Vé, y has tú lo mismo”, porque el religioso, sabía mucho, pero hacía poco. Le faltaba hacer. Le faltaba practicar su afirmación de “Amar a Dios y al prójimo”, porque una cosa es decirlo y otra muy distinta es hacerlo. Somos capaces de pasar por al lado de alguien en sufrimiento y necesidad y no hacer nada, mientras vamos de camino a la iglesia. Luego en la iglesia oraremos, cantaremos y escucharemos un mensaje. Y me pregunto, para qué?
La historia del buen samaritano es un grito del mismo Jesús a los oídos a veces sordos de quienes nos consideramos religiosos. Vivimos una religión verdadera?