Cuando era un niño crecí con la idea de que si entraba a un lugar que Dios no aprobaba los ángeles no me acompañaban, se quedaban fuera y yo SOLO! Crecí, también, pensando que los pecados me separaban de Dios y de su presencia. Un día Dios se encargó de hacerme entender las cosas de otra manera. Así fue que en el medio de una situación de arrepentimiento y reflexión recordé momentos en que había estado en lugares donde no debía o había pecado conscientemente e intencionalmente. En esos momentos siempre escuchaba en mi mente una clara voz que me decía que lo que estaba haciendo no estaba bien y que me lastimaba y lastimaba a otros con mis decisiones. Reconocí, como en un flash de claridad espiritual, que esa voz era la voz del Espíritu Santo que luchaba en mi corazón y que estaba conmigo. Descubrí que ni siquiera en el medio del pecado Dios me dejaba. Él estaba sufriendo conmigo en el medio de esta engañosa transacción en la que siempre salimos perdiendo. Dios no nos abandona, aprendí ese día, ni siquiera cuando nosotros lo abandonamos, nunca. Y esto tiene que ver con el nombre de Dios. Veamos:
«¡Presten atención! Una joven virgen quedará embarazada,y tendrá un hijo. Y llamarán a ese niño Emmanuel». Este nombre significa «Dios está con nosotros». (Mateo 1:23, BLS)
Los nombres en los tiempos Bíblicos siempre fueron muy importantes y significativos. No es casual que en un reinado de paz y en donde no existieron las guerras el Rey fue llamado “Pacífico” (o más conocido como Salomón), o que quien escuchó el llamado de Dios y respondio “heme aquí, habla que tu siervo oye” se llame “oidor de Dios” ( más conocido como Samuel).
En la Biblia los nombres describen la esencia del carácter y marcan lo distintivo de un destino, de una misión. Jesús significa salvador “porque el salvaría a su pueblo de sus pecados” (Mat. 1:21). Y teniendo en mente a Jesús, hoy queremos recordar otro de sus nombres, nombre que carga con su carácter y el extracto fragante de la intimidad del amor de Dios. “Y lo llamarán Emmanuel, que significa: Dios con nosotros” (Mat. 1:23).
No hay lugar en la Biblia que no nos permita percibir un cordón conductor teológico cuya esencia no sea que Dios quiere estar con nosotros. Desde las primeras lineas del Génesis encontramos a Dios viniendo a nosotros para crearnos y tratandonos como sus hijos. Dios como padre es la primera idea que tenemos del Señor. Un Ser supremo, todo poderoso que nos da libertad, que nos ama, que nos aconseja, que nos cuida. Todo eso es Dios en los primeros esbozos que hace la Biblia de su carácter. Un padre que dedica tiempo especial para estar con nosotros (Sábado). Un padre presente que educa y castiga, pero con la particularidad de que el castigo no lo sufren solo sus hijos sino que lo sufre principalmente él, como Padre.
Luego vemos a Jesús, como hermano, porque Dios no parece conformarse con que entendamos que es nuestro padre, el quiere también ser hermano y amigo (Juan 15:15). Quiere compartir desde la confianza, quiere que lo toquemos, que lo veamos que lo conozcamos como un par. Y así viene para estar con nosotros como un hermano, porque sabe que hay dimensiones de la vida que solo podemos compartir con alguien que sentimos al lado, pues que haríamos sin nuestros hermanos…? Hasta hemos sufrido a los mismos padres, quien mejor que ellos para entendernos? (padres leyendo, lamentamos que lo sepan!)
Sin embargo, todavía no conforme con esto Dios quiere volver a buscarnos como el esposo que viene a buscar a su iglesia. Y la idea es compartir la vida, porque el matrimonio es para toda la vida y su vida es la eternidad. Y no más separaciones, ahora “la morada de Dios está con los hombres, y Él habitará con ellos… Y Dios mismo estará con ellos” (Apoc. 21:3). Finalmente el sueño de Dios de estar con nosotros se cumple completamente.
Hoy podemos comenzar este día en la plenitud de este mensaje que acompaña y no nos deja solos. Y entendamoslo bien, no nos deja solos nunca, ni en la buenas ni en las malas. Cuando nos portamos mal y cuando nos portamos bien.
Lo lindo de esta vida es que, aunque nos equivoquemos Dios no nos trata como debería tratarnos, nos trata mejor. Su misericordia y amor por nosotros es tanto que a pesar de lo que hagamos, él todavía nos da una oportunidad.
Querido hno, Nestor, está muy lindo esta reflexión. Dios con nosotros él que nunca nos deja.
Néstor: ¡Qué grato es contar con tus palabras! ¡Siempre en el momento justo! (O será que yo las estaba necesitando? …) ¡Gracias por este recordatorio! =)
Lo lindo de esta vida es que, aunque nos equivoquemos Dios no nos trata como debería tratarnos, nos trata mejor. Su misericordia y amor por nosotros es tanto que a pesar de lo que hagamos, él todavía nos da una oportunidad.
Querido hno, Nestor, está muy lindo esta reflexión. Dios con nosotros él que nunca nos deja.
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Menta! otra vez me refrescaste y me pico fuerte!!! gracias
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Néstor: ¡Qué grato es contar con tus palabras! ¡Siempre en el momento justo! (O será que yo las estaba necesitando? …) ¡Gracias por este recordatorio! =)
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siempre pensé que era así….
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Espectacular!!
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¡Lindísima meditación y genial la comparación de Jesús como nuestro Hermano! Nuevamente gracias!
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