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La ilusión de que somos independientes y de que solo nos necesitamos a nosotros mismos, parece no coincidir con la realidad de todos y cada uno de nuestros días.
Mañana para llegar al trabajo alguien conducirá el colectivo por mí. La ropa con la que me vestí por la mañana fue fabricada y diseñada por alguien al que yo no conozco. Lo que desayuné y lo que voy a almorzar fue cultivado, luego transportado, comprado y preparado por otras personas a las que les debo el poder alimentarme.
En toda mi vida no he sido capaz de rascarme a donde no llego en mi espalda, proporcionarme un abrazo, darme un beso en la mejilla o susurrar un secreto en mi propio oído. Todos estos regalos los he recibido de otros.
En el trabajo me cruzaré con mis compañeros, en el corazón extrañaré a quienes tengo lejos, y al terminar el día me encontraré con quien amo. Los niños me darán sus sonrisas, los ancianos su sabiduría y mis pares su compañía.

En el momento que pretendo creer que soy independiente y que no necesito de los otros, vivo una irrealidad tan inverosímil como cuando mi hermana creía de chica que a sus muñecas les dolían mis maldades.
Desde que abrimos los ojos hasta que los cerramos cada día “somos” en plural.
Al fin y al cabo los únicos lugares en que estamos solos son el canal de parto y el ataúd. Esos sí son dos lugares diseñados solo para un cuerpo! Y qué bueno que el primero lo ocupamos solo un rato y del segundo ni somos conscientes. Entre medio de estos lugares siempre estamos acompañados.
La iglesia al principio, vivía unida. Todos se preocupaban unos por otros. Vivían la realidad ideal de una comunidad interdependiente. Un ideal  que cuando rechazado nos hace vivir como familia, iglesia y sociedad en una realidad poco ideal.
Algunos dicen que es mejor estar solos que mal acompañados. Hoy tal vez nos toque plantearnos que como nunca estamos solos, mejor estar bien acompañados. Después de todo ¿Acaso Jesús no es Emmanuel “Dios con nosotros”? Parece que a Dios nunca le gustó esto de la soledad, no es así?

“Mejor son dos que uno…porque si uno cae el otro lo levanta… Además si dos se acuestan juntos mutuamente se abrigan… Cordón de tres dobleces no se rompe pronto… No es bueno que el hombre esté solo” (La Biblia en Eclesiastes 4:9-12; y Genesis 2:18)

8 pensamientos en “¿Solos o acompañados?

  1. «En el momento que pretendo creer que soy independiente y que no necesito de los otros, vivo una irrealidad tan inverosímil como cuando mi hermana creía de chica que a sus muñecas les dolían mis maldades.»
    Estupendo Nesti.
    (Ésta frase invita a una ampliación muy interesante)
    Gracias por compartir Mentas. Son refrescantes!

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  2. «En el momento que pretendo creer que soy independiente y que no necesito de los otros, vivo una irrealidad tan inverosímil como cuando mi hermana creía de chica que a sus muñecas les dolían mis maldades.»
    Estupendo Nesti. (Admito que tu frase invita a una ampliación de lo más interesante…)

    Gracias por compartir tus mentas. Son refrescantes!

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  3. Muy bueno! Recién descubrí esta plantita de menta y me encanta! Todas las reflexiones que leí, muy reflescantes, nuevas perspectivas de viejas verdades.Que bueno que Emmanuel nunca nos deja solos… Gracias

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  4. Simplemente exquisitas las pinceladas de las cosas que le dan sabor a la vida… Y aunque todas puedan desaparecer en algún momento de nuestra existencia Emmanuel nunca nos abandonará

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